9:00 de la mañana. Madrid amanece tranquilo pero con movimiento, como buena ciudad grande que es. Salimos del hotel con la idea de hacer un poco de turismo y conocer algo más la capital antes de coger el autobús con rumbo a nuestro objetivo, el Volkswagen Race Tour en el Jarama.

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Como buenos turistas, al llegar al circuito, fuimos por el lado equivocado y eso nos llevo a perdernos un poco, pero todo terminó con un final feliz, ya que vinieron a recogernos en un Golf R variant. Por fin habíamos llegado. imageOlor a gasolina, motores llegando al corte y soltando «pertadazos» por el tubo de escape… El sueño de cualquier petrolhead como yo.

Una vez allí y ser un poco más consciente de que todo eso era real y no un sueño, llegó el momento de registrarnos y recibir nuestras acreditaciones. Tras proporcionar unos cuantos datos, nos hicieron entrega de una pulsera, una tarjeta y un pendrive donde iban a ir grabadas nuestras vueltas por el Jarama. El día estaba mejorando por momentos.

Tras tomar unos aperitivos en un sala, nos fuimos sentando todos los asistentes para recibir una charla sobre lo que íbamos a hacer a lo largo del día, en que consistía el curso y lo que a todos nos interesa, las máquinas que íbamos a conducir. Tuvimos la suerte de escuchar las palabras del mismísimo Luis Moya, uno de los pilotos más emblemáticos de Rally y embajador de los cursos de Volkswagen España.

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Luis Moya abrió el evento con una charla sobre el curso.

Se acabo la charla. Era hora de ponerse al volante. Tras dedicarle un rato a distribuír a todos los asistentes en grupos, llegó la primera prueba del día. Se trataba de un circuito pequeño hecho con conos, mucha curva cerrada y con alguna sección mojada, para darle un toque de diversión extra. El objetivo, hacer el mejor tiempo posible durante tres vueltas. El coche que íbamos a conducir, un Polo GTI, fue el aliado perfecto para enfrentarnos a ese circuito tan enredado. Ellos mismos llaman al circuito «Mickey Mouse», ya os imaginaréis el motivo.

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Los Polo GTI presentaron un gran comportamiento en la prueba.

Llegó mi turno y me pongo a los mandos del Polo GTI rojo. Lo primero que llama mi atención, es el volante. Un volante de tres radios de cuero, muy fino y suave. En el, nos encontramos unas líneas bordadas de color rojo que nos recuerdan que no es un Polo normal y corriente. Destaca el gran emblema de Volkswagen en el centro y un montón de botones a los lados, para manejar las distintas funciones de este pequeño.

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Enciendo el motor de 1.8 litros TSI, y un timido bramido emana de su tubo de escape. Engrano la «S» del cambio DSG y espero a que el semáforo se ponga en verde para ver lo que las siglas «GTI» pueden hacer en este coche. Luz verde. Piso el pedal a fondo y patinan un poco las ruedas. Tenía mucha más fuerza de la que me esperaba. Los 192 CV de potencia cumplen su función y catapultan a este pequeño hasta los extremos. Primera curva cerrada, piso ligeramente el freno y fuerzo un poco para ver como se comporta. Me sorprende el agarre que presenta el coche, tiene mucho aplomo y te proporciona una gran confianza.

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El Polo GTI demostró ser un fiel compañero en la prueba.

Seguimos con las curvas y llegan las secciones mojadas. El coche ni se inmuta y las pasa sin problema. Llega la recta final antes de la meta. Gas a fondo, reduce unas cuantas marchas y el «pequeñajo» te pega al asiento con todas sus ganas. Paso la meta y piso el freno con todas mis fuerzas. Se clavó al instante. Sin duda, algo que tengo que destacar del Polo GTI son sus frenos. Siempre se ha hablado que su hermano mayor, el Golf, peca un poco en este aspecto, pero los ingenieros alemanes han hecho un gran trabajo con el Polo. Cumplo con las tres vueltas intentando marcar el mejor tiempo posible y me voy de esa prueba con una sonrisa de oreja a oreja. Sin duda alguna, el pequeño GTI me ha dejado un buen sabor de boca, y espero encontrarme con el de nuevo muy pronto para conocernos mejor.

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Segunda prueba del día y el protagonista es el nuevo Passat. Un coche al que le tenía muchas ganas ya que mi experiencia con él es cero. El instructor nos cuenta un poco en que va a consistir la prueba. Nos van a enseñar como funciona el asistente de frenada automática de Volkswagen.

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El circuito al que nos íbamos a enfrentar en esta prueba tenía forma de óvalo y estaba formado por conos. Nos subimos de tres en tres en los Passat y nos preparamos para realizar el recorrido. El monitor nos cuenta un poco cómo funciona este sistema, que es muy común en los vehículos de nuestro mercado. El coche lleva un radar que emite ondas y mide la distancia con el vehículo que tiene delante y, cuando este frena, nuestro vehículo se detiene automáticamente. Esa es la explicación sencilla, vamos a ver lo que pasa cuando es llevado a la práctica.

El monitor nos explica que hay varias intensidades de frenada en este sistema y, cada una de ellas, tiene mayor o menor sensibilidad respecto al vehículo de delante. También debemos delimitar la velocidad máxima a la que queremos que circule nuestro Passat, en este caso, fueron 30 Km/h. Comienza la prueba. Me pongo a los mandos de la berlina germana y activamos el sistema de frenado. El instructor me pide que confíe en el coche y que me haga cargo exclusivamente de la dirección. Yo, dubitativo, le hago caso. Los dos Passat restantes van delante mía y, cuando emprenden la marcha, automáticamente les seguimos.

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Llega la primera parada y efectivamente, el coche se detiene solo con total suavidad. La reacción del coche va en función de la intensidad que le hayamos puesto y de la brusquedad que haya tenido el vehículo de delante a la hora de parar. Dimos un par de vueltas más, y quedé satisfecho con el rendimiento del Passat y sus nuevas tecnologías.

Si tengo algo que criticar de este sistema, es cuando pierde al vehículo de delante. El radar que lleva incorporado emite unas ondas, cuando esas ondas no tienen donde rebotar, el coche busca rápidamente su objetivo. Para ello alcanza la velocidad máxima que se le haya puesto. En esta ocasión, como ya he mencionado, fueron 30 Km/h. No es una gran velocidad, pero en las curvas (momento en el que se perdía al vehículo de delante) el coche aceleraba de forma que no te permitía tomarlas con toda la tranquilidad que me hubiese gustado.

Hasta aquí la primera parte de este evento tan divertido y del que disfruté mucho. Os dejó dos imágenes para que os hagáis una idea de lo que os voy a hablar en la segunda parte que llegará muy pronto.

 

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